29 de marzo de 2024

Opinión. Pozo Alcón: La Historia y sus gentes. LIII

CONSEJOS DE GUERRA III. “LA MOTILONA”

 En el transcurso de la guerra, por fin y por primera y última vez, aquellos verdaderos parias de la tierra serían alguien en la vida. Con existencias miserables y brutales, muchos de los que vivían en inmundas cuevas tenían ahora el poder que les ofrecía la revolución: una nueva vida, una sociedad sin clases ni explotación – lo que les ofrecía las ideas anarquistas – y, por eso, la mayoría de aquellos desheredados se afiliaron a la CNT. No resulta nada extraño que, en aquellas circunstancias revolucionarias, como en otras similares, el primer impulso, primitivo casi animal, fuera el asalto de los templos y reparto de telas y ropajes; después vendría la obligación del trabajo en el campo, también para las señoritas, y el sueño de la colectivización de las tierras.

Ángeles Mondéjar nació en Pozo Alcón el 11 de abril de 1908. Fueron sus padres Julián Mondéjar Ávarez y María Iruela Moreno. Se casó con Juan Muñoz Médel y no tuvieron hijos, al menos en las fechas de su juicio. Fue detenida en septiembre de 1939 y juzgada el 8 de julio de 1942, siendo condenada a seis años y ocho meses. Como la solicitud de condena era inferior a 12 años, fue puesta en libertad atenuada el 20 de noviembre de 1941, a la espera de juicio, figurando como residencia la calle Nueva, número 88. Había estado en la prisión de Santa Clara (Jaén) algo más de dos años. Allí había coincidido con Ángeles Hinojosa Hidalgo, esposa del poceño el maestro Francisco Hortal. Ambas compartieron durante varios meses sus temores, sus angustias y sufrimiento. Ángeles Hinojosa murió en aquella cárcel el 8 de agosto de 1940; a Ángeles Mondéjar le estaba reservada prácticamente la muerte civil en su pueblo.

Veamos ahora su Consejo de guerra. Ya en la denuncia inicial del Ayuntamiento franquista se califica a “la Motilona” como “persona de unos antecedentes peligrosísimos y de una conducta inmoral”. Continúa acusándosela de haber tomado parte activa en todos los actos de requisa y saqueos del templo y casas particulares, así como de haber llevado a las señoritas de derechas a trabajar al campo:

Esta denuncia es de fecha 27 de septiembre de 1939, cuando fue detenida en Pozo Alcón. Al día siguiente se produce la primera declaración de la detenida ante el sargento comandante militar de esta Plaza, Juan Macayo Solana. Teniendo siempre en cuenta las condiciones de violencia en que se desarrollaban estos interrogatorios, en síntesis, la declaración viene a decir:

  • Que se formó una Sociedad de mujeres, el “Comité de mujeres”, de Pozo Alcón, presidida por Trinidad “la Garrida”, a quien ella como vicepresidenta sustituía a veces.
  • Que Juan “el Curica” era el que hacía todas las denuncias.
  • Que sí estuvo en las iglesias, fue mandada por don Aurelio Aranzana.
  • Que los que rompieron los santos fueron Gabriel Navarro, alias “Caramelo”, y Macario, alias “Macarrones”(se refiere a Macario Bustos Iruela), quien se vistió con las ropas de los sacerdotes haciendo mofa de los mismos.
  • Que también estuvo a retirar las criadas de casas de las personas acomodadas de esta población, habiendo estado en casa del comerciante don Pedro Jiménez.
  • Que también acompañó a Juan “el Curica” a las iglesias cuando estuvieron a llevarse los objetos y estaban Carmen “la Moreno” y su marido Antonio Martínez. Y con las señoritas la acompañaron Carmen “la Campanera” y María Jesús “la Manolica”.

Vamos a detenernos por un momento en esta Sociedad de mujeres, presidida por Trinidad “la Garrida”, de la que por ahora no disponemos de más información porque sobre ella no recae ninguna otra acusación. Según Ángeles Mondéjar, “la Garrida” era la principal dirigente y todo lo que se hizo fue por orden del Alcalde (se refiere a Antonio Lara Iruela). Afirma también que fue “la Miliciana” quien “acordó que fuesen a trabajar las señoritas” y que ella por su parte propuso contar anteriormente con la Organización (la CNT); pero como quiera que “la Miliciana” dijo que si ella era la única valiente, “la Motilona” le respondió que por ella no iba a quedar. Y así fue cómo se tomó la decisión.

Desconocemos cuáles fueron los fines y funciones de este Comité de mujeres. Vemos, por ejemplo, que una de las primeras medidas fue la de retirar a las criadas del servicio porque, según afirma “la Motilona”, para lavarles y fregarles los suelos ya estaban sus hijas, lo que nos remite a un concepto de clase y justicia social libertaria, no exenta de comprensible odio de aquellos míseros jornaleros. Hemos de suponer también que participarían en los repartos de la tierra, en la organización del trabajo femenino en el campo y que se ocuparían también de la llegada de los niños de Madrid y otros refugiados que fueron llegando en el transcurso de la guerra.

Después de su interrogatorio en Pozo Alcón, Ángeles Mondéjar fue trasladada a la prisión de Santa Clara en Jaén. Allí coincidió también con Joaquina Ramos Galiano, “la Miliciana”, la cual declara como testigo en el juicio de “la Motilona”: “…que conoce a la inculpada por ser una de las que integraban el Comité de mujeres que se formó en Pozo Alcón y que, efectivamente, es cierto que llevaron a trabajar al campo a Señoritas o gente acomodadas del pueblo que estuvieron sacando remolacha en la finca del dirigente de la CNT Julián Ramos Carmona y que la referida inculpada, aunque no recuerda si profirió frases insultantes contra las que hicieron trabajar, sabe que era de las dirigentes de dicho Comité de mujeres”.

Hacemos un paréntesis para recordar que Joaquina Ramos, “la Miliciana”, estaba ya en Pozo Alcón al inicio mismo de la guerra. Había venido, según aparece en su juicio, “para hacer vida marital con el jefe de las milicias”, que no era otro que Alfredo Moreno Armijo. También se afirma que “…tomó parte en Pozo Alcón en saqueos y otros desmanes”. Joaquina Ramos había nacido en Chilluévar (Jaén) y tenía por entonces alrededor de 25 años. Era anarquista, de familia de la CNT. Su padre murió en 1939 en el hospital de Cazorla tras las palizas recibidas. Varios de sus hermanos también fueron condenados a duras penas y “la Miliciana” lo fue a 20 años como autora de un delito de auxilio a la rebelión.

El Consejo de guerra de Ángeles Mondéjar continuó su procedimiento habitual, recibiéndose distintos informes desde Pozo Alcón, todos en la misma línea negativa (el párroco, el primer teniente de alcalde, etc.), hasta llegar al del nuevo alcalde delegado, Agustín Tirado Jordán, que había sido maestro en el Fontanar un año antes del inicio de la guerra. En este informe se acumulan todas las acusaciones tópicas sobre las mujeres republicanas en general: de ella se tiene el peor concepto social; acusada de todos los delitos a excepción del asesinato, aunque los incitaba; ensañamiento típicamente soviético; es eminentemente “roja”; empeñada en la revolución integral; verdadera escoria de la sociedad; está considerada una prostituta.

(Para éstos y otros aspectos relacionados con las acusaciones y el rol asignado por el franquismo a las republicanas, véanse los estudios de Ciencias Sociales de la profesora Matilde Peinado Rodríguez, en particular el titulado “Hacia una didáctica de la exclusión”).

Como ya hemos señalado anteriormente, fue puesta en libertad atenuada en noviembre de 1941, pero era evidente que “la Motilona”, la misma que había llevado a las señoritas a trabajar al campo y a las que muy posiblemente habría insultado, la misma que había participado activamente en el asalto del templo y ermita de San Sebastián, la misma que había dirigido el Comité de mujeres, ella no podía sin duda seguir viviendo en Pozo Alcón mientras esperaba ser juzgada; y, efectivamente, así fue porque, llegado el momento del juicio y siendo citada en Jaén,  las autoridades locales no encontraban a Ángeles Mondéjar en la calle Nueva número 88. Al día siguiente, el 3 de junio de 1942, se presentó ante el comandante militar su hermana, Justa Mondéjar, quien afirma que tanto Ángeles como su esposo están viviendo en la “Cueva del Largal” de este término, y queda encargada de hacerle llegar la citación. Por fin, al mes siguiente, el 8 de julio, es juzgada y condenada a 6 años y 8 meses por auxilio a la rebelión.

El sueño de la revolución había terminado y empezaba una pesadilla para los derrotados, que duraría casi cuarenta años. No sabemos exactamente qué fue de “la Motilona”, aunque es muy posible que siguiera viviendo alejada del pueblo en alguna cueva, hacia la parte del Canal. Es posible también que, como muchísimos otros poceños que habían perdido la guerra, tuvieran que emigrar a otras tierras en busca de trabajo y de una vida más humana. Como lo hicieron muchos y prácticamente toda la familia de su marido, los Médel, uno de los apellidos más antiguos del pueblo pues ya figuran en el documento de independencia e incluso hay una calle con ese apellido, los cuales abandonaron Pozo Alcón tras la guerra. Y es que, además de la relación del apellido con la CNT, uno de ellos, Diego Médel Fontarrosa, fue acusado de haber participado en los asesinatos del Guadalentín, lo que estudiaremos en el próximo artículo.

José Manuel Leal

4 comentario en “Opinión. Pozo Alcón: La Historia y sus gentes. LIII

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