20 de abril de 2024

Pozo Alcón: La Historia y sus gentes. XLVII

EL FRANQUISMO: HAMBRE Y RACIONAMIENTO

Por José Manuel Leal

La población de Pozo Alcón había aumentado vertiginosamente en una década. Entre 1936, inicio de la guerra, hasta 1946, en plena posguerra, el número de habitantes había pasado de unos 6000 hasta más de 8000, es decir, 2000 habitantes más. Las siguientes estadísticas del INE desde 1900 hasta 2021 nos da una idea de este crecimiento:

Podríamos preguntarnos a qué se podía deber este aumento tan notorio de la población, teniendo en cuenta que muchos poceños habían muerto durante la guerra o habían desaparecido y huido. La única explicación posible es que, durante la guerra y en los años inmediatamente posteriores, hubieran llegado al pueblo un número indeterminado de refugiados de la provincia de Jaén, además de los poceños que, repartidos por otras zonas de España, volvían al pueblo donde las posibilidades de vida podían ser mayores. En cualquier caso, la alimentación de esta población se convirtió en la mayor necesidad básica del pueblo.

El nuevo Régimen totalitario de la dictadura de Franco lo controlaba absolutamente todo en aquella época, desde las faenas agrícolas que había que realizar hasta los precios y distribución de   alimentos. Y entre otros productos de primera necesidad se encontraba la harina, cuya distribución estaba totalmente controlada por la Falange y los distintos gobernadores civiles de Jaén. Para ello funcionaba una red de camiones que desde aquí partían para traer todos los productos, a veces con accidentes por aquella carretera unos años antes inaugurada y de tan difícil tránsito. Así, el miércoles 14 de octubre de 1942, un camión propiedad del transportista Félix Iruela Rodríguez volcó cerca de Hinojares con el resultado de un muerto y varios heridos. El camión venía cargado de harina, aunque también de personas con siete en total, cuatro en la cabina y otros tres en la parte trasera. La noticia aparecida en el diario Ideal nos da cuenta de este los detalles de este accidente:

Pero el suceso relacionado con la harina de más repercusión en el pueblo fue el que se produjo en 1946 con la desaparición de tres camiones cargados de harina que habían sido desviados en Úbeda para su venta clandestina. En el libro de Manuel Moreno, ya citado varias veces, se recoge este desgraciado suceso relatado por un testigo presencial: “ En esta situación de extrema dependencia de este suministro por parte de los habitantes de Pozo Alcón, durante el año 1946 se dio el hecho premeditado y de nefastas consecuencias para todos de desviarse tres de estos camiones de harina en la ciudad de Úbeda, donde fueron vendidos a un precio más alto, mediante estraperlo. Ello ocasionó que, una vez conocido el hecho, el gobernador civil de Jaén dispusiera la detención del alcalde y secretario del ayuntamiento, al considerar que, o por negligencia o por interés personal lucrativo, eran los responsables de este delito. Una vez detenidos, fueron conducidos por las principales calles del pueblo hasta el ayuntamiento esposados y custodiados por números de la Guardia Civil. Sobra decir que este espectáculo produjo en toda la población un efecto deprimente para unos, agresivo para otros. El delegado gubernativo que quedó al frente del ayuntamiento a raíz de los hechos realizó interrogatorios e investigaciones, oyendo a todos los inculpados que ya lo eran en un número mayor, pues se incluían panaderos, fabricantes de harina, comerciantes del grupo de alimentación que distribuían el racionamiento y otros. En consecuencia, con su exclusivo criterio, mantuvo los arrestos, impuso sanciones de tipo económico y en resumen asumió lo que en nuestro criterio debió ser objeto de actuación judicial (…) Parte de los afectados, por cuanto queda expuesto, cuya imagen quedó tan dañada en el concepto público, se ausentaron de la localidad y fijaron su residencia en otros lugares”.

El alcalde en aquellos momentos era Juan Torres Carmona, quien había sido nombrado en enero de 1942, y el secretario, el titular Ginés Soler y Soler. Torres Carmona pertenecía a una familia tradicionalmente conservadora y era hijo y hermano de alcaldes anteriores en tiempos de la Restauración borbónica y de la dictadura de Primo de Rivera. Juan Torres ejerció este mandato hasta junio de 1946.

 El 3 de junio de 1946 llegó a Pozo Alcón el gobernador civil de Jaén, Juan Alonso Villalobos Solorzano, para presidir una reunión extraordinaria del Ayuntamiento en un salón de actos repleto de público. En la calle, los ciudadanos también se reunían delante del edificio. El gobernador dijo, en primer lugar, “que su presencia en este ayuntamiento obedecía a las irregularidades que en el reparto de los artículos de abastecimiento se había descubierto y por ello había destituido al señor alcalde, don Juan Torres Carmona”. A continuación, el gobernador exigió a todos los presentes que aportaran los datos y pruebas que pudieran tener “para el esclarecimiento de todo lo ocurrido para aplicar la Justicia de Franco a los culpables de que tan necesaria se encontraba este pueblo”. Por último, el gobernador nombró como delegado de su autoridad y como Alcalde Presidente del ayuntamiento a Antonio Siles García, “con todas las atribuciones que las leyes determinan y además las especiales necesarias…”.

Una vez terminada la reunión, el gobernador abandonó el pueblo entre vítores, aplausos y aclamaciones e inmediatamente después se celebró otra reunión presidida ya por Siles. El resto de concejales eran: Juan García Segura, Manuel Rodríguez Bustos (mayor), Manuel Rodríguez Bustos (menor), Antonio Díaz Carmona, José Balaguer Pizarro, Joaquín Antiñolo Sánchez, Francisco Moreno Rodríguez, Francisco Vela Iruela y Macario Bustos García.

Tras aprobar el acta de la sesión anterior, los concejales solicitaron que se incluyera también la intervención que había hecho Manuel Rodríguez Bustos (menor), en aquella sesión y que textualmente dice: “…que se pusiera coto a las anormalidades que se cometían por los panaderos en la venta del pan, pues se daba el caso que faltaba para el racionamiento y en cambio los panaderos vendían el pan en los mismos locales a dos pesetas, así como que el trigo que se había recogido por la alcaldía a los labradores, se diera lo antes posible, en vista de que no había pan en el pueblo”. Como vemos, el primer intento consistió en culpar a los panaderos quienes, en realidad, eran el último eslabón de una larga cadena en la que estaban transportistas, molineros y autoridades. Y también habría que tener en cuenta que muy probablemente no era ésta la primera vez que tal desvío de harina se había producido, si tenemos en cuenta la amplia red de implicados que después fue apareciendo. 

Y ciertamente que el nuevo delegado gubernativo ejerció su poder con el mayor rigor. Con durísimos interrogatorios acompañados de maltratos físicos, el delegado destapó toda una red de corrupción demasiado extendida entre comerciantes y políticos. En los meses posteriores fueron apareciendo irregularidades de todo tipo, no sólo en el abastecimiento del pan, sino también en los precios de los alimentos y estraperlo de aceite y otros productos.  

Con la particular actuación de este delegado y teniendo en cuenta que gran parte de los implicados eran gentes del propio Régimen, además de algún detenido, todo se solventó con expulsiones del pueblo y multas que se disfrazaron de “donativos”. También se constituyó una “Junta de Asistencia Social” que se encargó de gestionar esos fondos que “voluntariamente” aportaron dueños de molinos, comerciantes, y otros particulares. Esta Junta estaba presidida por Antonio Siles y pertenecían a ella, entre otros, el párroco Máximo Marín, la maestra María Ubalde, e incluso el comandante del puesto de la Guardia Civil, el cabo Félix Jiménez Campos, quien ejerció, y no por casualidad, la labor de tesorero. Para auxiliar a esta Junta se creó otra llamada del “Ropero” formada por mujeres, presidida por Aurelia Sánchez Serrano, que se encargó de confeccionar la lista de necesitados, distribución de vales, etc. La siguiente noticia publicada en 1947 nos acerca a esa situación:

Observe el lector cómo en menos de diez meses se habían recibido un total de 1024 donativos en metálico, por un importe de 306253 pesetas, una cantidad exorbitada para la época y que, en su gran mayoría, no eran más que las multas por el desvío de aquellos camiones de harina. Con el dinero recogido se edificaron diez viviendas ultra baratas, que se hicieron en la carretera de Castril, actual Avenida de la Bolera y que recibieron el nombre de “Justicia de Franco”. Además, se adecuó un edificio de la calle Huertos para ubicar el Centro de Alimentación Infantil, el comedor de Auxilio Social y almacenes. Así mismo, se hicieron arreglos en el Paseo y se proyectó la construcción de otro edificio destinado a clínica municipal.

Las diez viviendas que se construyeron se sortearon entre las trece familias que se presentaron, que eran las “más pobres, prolíficas y honradas de esta localidad”. Tras el sorteo, celebrado el martes 1 de enero de 1948, éstas fueron asignadas a los siguientes beneficiarios: María Llamas Gámez, Basilio Quesada Gómez, José Mª Moreno Quesada, María González Gámez, Rufino Jurado Fernández, Pedro López Rosas, Tomasa Sánchez Navarrete, Juan Fernández Moreno, la viuda de José Niceto y Ricardo Fernández Pérez.

Este desvío de los camiones de harina en Úbeda y sus repercusiones posteriores fue, sin ningún género de duda, el mayor escándalo que se produjo en la época; pero Pozo Alcón tenía por delante muchos otros problemas graves y complejos como, por ejemplo, el de la vivienda, pues gran parte de la población vivía en cuevas y habitáculos inmundos, o el de la construcción del alcantarillado porque las aguas sucias circulaban libremente por las calles con los consiguientes problemas de higiene y enfermedades. En fin, faltaba también la creación de un grupo escolar con viviendas para los maestros, que sustituyera a los antiguos locales sucios, fríos y deteriorados, y otras obras de gran trascendencia como la construcción de un pantano o la finalización de la eterna carretera entre Torreperogil y Huéscar. De estos y otros asuntos nos ocuparemos en los próximos artículos.

José Manuel Leal  

2 comentario en “Pozo Alcón: La Historia y sus gentes. XLVII

  1. Como siempre, Felicidades para José Manuel.
    ¡Gracias por el trabajo que realiza!
    Sus artículos me parecen muy interesantes, llenos de curiosidades del pueblo,
    que hace que conozcamos nuestras raíces y de dónde venimos.
    Agradecida,

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