OPINIÓN
A
partir de ahora, contaremos también con la opinión quincenal de Francisco
Quiñones Martínez con su artículo “Reflexiones junto a la Fuente Taza”.
A
partir de ahora, contaremos también con la opinión quincenal de Francisco
Quiñones Martínez con su artículo “Reflexiones junto a la Fuente Taza”.
Paco,
como le gusta que le llamen, es maestro jubilado, ex alcalde y persona muy
activa e involucrada en diversos ámbitos de nuestra sociedad local, además de
poceño a carta cabal y con iniciativas – unas veces escuchadas y otras no- pero
siempre con el objetivo de mejorar nuestro municipio.
REFLEXIONES JUNTO A LA
FUENTE TAZA
FUENTE TAZA
Hace unos meses, Luis Gámez, me
habló de la posibilidad de abrir su bloq, a colaboraciones periódicas, a personas que tengan algo que decir del pasado, del
presente y hacer propuestas para el
futuro de nuestro pueblo.
habló de la posibilidad de abrir su bloq, a colaboraciones periódicas, a personas que tengan algo que decir del pasado, del
presente y hacer propuestas para el
futuro de nuestro pueblo.
Con el título de …”RELFEXIONES JUNTO A LA FUENTE TAZA” y con el subtítulo que corresponda,- según el contenido,- utilizaré recuerdos y experiencias como pretexto
para mirar el presente y, si es posible, proyectarlas hacia el futuro.
Los escritos, tendrán una
periodicidad quincenal y pretenden despertar el interés por nuestro pueblo; huir
de la resignación y pensar que, muchas
cosas, pueden mejorar ,a poco que nos lo
propongamos.
para mirar el presente y, si es posible, proyectarlas hacia el futuro.
Los escritos, tendrán una
periodicidad quincenal y pretenden despertar el interés por nuestro pueblo; huir
de la resignación y pensar que, muchas
cosas, pueden mejorar ,a poco que nos lo
propongamos.
¿FEO?, NO.QUIZÁ POCO AGRACIADO…
¿ Cuántas veces hemos escuchado
esta pregunta?,
esta pregunta?,
-¿Cómo iba la novia?. Y, la
respuesta siempre la misma; preciosa, “bonica”, radiante, muy original, nadie dice…”iba horrible”, “hecha un adefesio”… y, es verdad, no hay novia fea el día de su boda; el vestido, el peinado, el maquillaje, los
zapatos y, ..sobre todo su rostro, lleno de alegría, que irradia ilusión y
esperanza en el futuro…
respuesta siempre la misma; preciosa, “bonica”, radiante, muy original, nadie dice…”iba horrible”, “hecha un adefesio”… y, es verdad, no hay novia fea el día de su boda; el vestido, el peinado, el maquillaje, los
zapatos y, ..sobre todo su rostro, lleno de alegría, que irradia ilusión y
esperanza en el futuro…
Cuando alguien me ha dicho…Paco,
que pueblo más feo tenéis, mi respuesta
siempre ha sido la misma:
que pueblo más feo tenéis, mi respuesta
siempre ha sido la misma:
-Feo no, quizá poco agraciado. A
continuación, me he preguntado,¿ qué pasaría si todos los poceños hiciéramos de Pozo Alcón “una
novia” a la que diariamente “arregláramos”
para una inacabada boda?. Pasaría que, presentaría una “cara” radiante y,
quiénes nos visitan dirían: da gusto
pasear por sus calles limpias, contemplar sus edificios relucientes, solares vallados, medianeras
enlucidas y pintadas, buena iluminación, parques infantiles cuidados y bien
dotados de “cacharros”…
continuación, me he preguntado,¿ qué pasaría si todos los poceños hiciéramos de Pozo Alcón “una
novia” a la que diariamente “arregláramos”
para una inacabada boda?. Pasaría que, presentaría una “cara” radiante y,
quiénes nos visitan dirían: da gusto
pasear por sus calles limpias, contemplar sus edificios relucientes, solares vallados, medianeras
enlucidas y pintadas, buena iluminación, parques infantiles cuidados y bien
dotados de “cacharros”…
-Pozo Alcón, sin ser bonito, que no lo es, puede ganar mucho
si lo deseamos fervientemente, y ponemos manos a la obra. El recurso fácil y,
más a la mano, sería el de siempre; la culpa es del Ayuntamiento. Recuerdo, no con nostalgia,-simplemente recuerdo-
aquellos años 50, 60, 70 y parte de los 80, del pasado siglo, y veo a mi madre,
barriendo –diariamente- aquella calle de tierra (polvo en verano y barro en
invierno) de la que recogía una espuerta ( de pleita, claro) entre la tierra y las deyecciones que, mulos y burros dejaban a
su paso, camino de los “bancos”;
aquellos animales, compañeros inseparables e imprescindibles en aquella
agricultura de subsistencia , que
ocupaba a los poceños, casi al cien por
cien. Una vez limpia la calle, tocaba
“blanquear el humero”, aquella pared de la lumbre, -generalmente de
yeso-, centro de la cocina, que en los
hogares más humildes –que eran casi todos-
se convertía en la estancia más
importante de la casa, pues además de cocinar en ella,. hacía de comedor y
habitación de estar. Esto, que hacía mi madre, a la misma hora de cada día, lo
repetían todas las vecinas, que
completaban la faena “blanqueando” los bajos de la casa; el resultado, una calle muy humilde pero muy limpia. (continuará)
si lo deseamos fervientemente, y ponemos manos a la obra. El recurso fácil y,
más a la mano, sería el de siempre; la culpa es del Ayuntamiento. Recuerdo, no con nostalgia,-simplemente recuerdo-
aquellos años 50, 60, 70 y parte de los 80, del pasado siglo, y veo a mi madre,
barriendo –diariamente- aquella calle de tierra (polvo en verano y barro en
invierno) de la que recogía una espuerta ( de pleita, claro) entre la tierra y las deyecciones que, mulos y burros dejaban a
su paso, camino de los “bancos”;
aquellos animales, compañeros inseparables e imprescindibles en aquella
agricultura de subsistencia , que
ocupaba a los poceños, casi al cien por
cien. Una vez limpia la calle, tocaba
“blanquear el humero”, aquella pared de la lumbre, -generalmente de
yeso-, centro de la cocina, que en los
hogares más humildes –que eran casi todos-
se convertía en la estancia más
importante de la casa, pues además de cocinar en ella,. hacía de comedor y
habitación de estar. Esto, que hacía mi madre, a la misma hora de cada día, lo
repetían todas las vecinas, que
completaban la faena “blanqueando” los bajos de la casa; el resultado, una calle muy humilde pero muy limpia. (continuará)
Fco. Quiñones Martínez