EL BAÚL DE LOS SUCESOS .“Sentencia ejemplar”
En esta sección nos ocuparemos de aquellas noticias que tienen que ver con los sucesos más truculentos, como robos, crímenes o disturbios que se han producido a lo largo de la historia, y que aparecieron en la prensa del momento u otros documentos.
Y, como hemos empezado con los niños, voy a ocuparme hoy de un robo, juicio y sentencias ocurrido en 1826, y del que se acusó al niño Antonio Costalero.
En el año 1828, un grupo de criminalistas alemanes viaja por toda Europa con la intención de buscar noticias de distintas sentencias judiciales que, por su originalidad o extrañeza, consideraron debían ser recogidas en un libro cuyo título en español sería “Anales criminales de la Administración de Justicia alemana y extranjera”.
Una de éstas es la que se produjo primero en Pozo Alcón y finalmente en la Real Chancillería de Granada el año anterior de 1827. Una historia deliciosa y conmovedora y una sentencia ejemplar, que paso a relatar.
Resulta que Antonio Costalero, un niño de 14 años, trabajaba en casa del rico hacendado local Vicente Calero, como mozo de servicio. El niño fue acusado por su señor por el robo de unas monedas, lo que efectivamente había hecho, y fue condenado en primera instancia en Pozo Alcón, dado que tenía jurisdicción civil y criminal para ello. Pero esto era sólo el principio, porque la sentencia definitiva en Granada sería totalmente distinta.
Y, a partir de aquí, vamos a resumir el informe escrito en alemán de principio del S.XIX, en letra gótica, y cuya traducción e interpretación agradezco a Johannes Gross por su ayuda desinteresada. Repito: no es una traducción literal del texto, sino una síntesis fidedigna del contenido del mismo, cuyo título es literalmente “El robado es condenado y el ladrón es absuelto”.
“El señor Vicente tenía un escritorio donde guardaba en el cajón monedas de oro y plata. Salió de la habitación y el chico se quedó limpiando los ropajes. Cuando vuelve el señor, mira el dinero y se da cuenta de que le faltan 40 reales. Entonces se va al oficial a denunciarlo. Interrogan al chico, que reconoció los hechos y confesó que se había comprado caramelos con una parte del dinero y la otra parte se la había dado a su madre, porque no tenía ni para comer. El resto, lo había devuelto después. El hombre de la tienda de caramelos y su madre declararon que así es como había pasado, y el resto del dinero, efectivamente, lo encontraron en el escritorio. Le pidieron al juez que viniera y éste dijo que sí, que era un ladrón, pero como era tan joven, lo iba a condenar a 6 años de prisión en Málaga. El abogado del chico dijo lo bueno que era éste, lo muy trabajador que era y que siempre se había portado bien. Incluso le daba su comida a los mendigos. También dijo que el señor Vicente era conocido por no pagar bien a sus empleados y que, incluso, cuando el niño le pedía dinero para ayudar a su madre, el señor le decía que no lo necesitaba porque lo consideraba como un hijo; y que por su madre haría todo lo que estuviera en su mano. Dijo también que siempre intentaba convencer al niño para hacer lo que él quería; pero el niño, por el amor natural de su madre, cogió el dinero para ayudarla. Continúa el abogado pidiendo el perdón para el chico porque es muy joven. Finalmente, el juez sentencia que el niño tiene que ir dos años a prisión, pagar los costes del juicio y que, si comete otro crimen, será castigado con todo el peso de la ley.
Esta es la sentencia en primera instancia, pero, por ley, tenía que presentarse también el caso en segunda instancia en Granada y allí dictamina el juez que la condena no ha sido justa y que el culpable es el señor Vicente por haber denunciado al joven y que, por ser tan avaro, había llevado a juicio a Antonio Costalero, cuando habría sido suficiente con educarlo y haberle explicado que eso no se hace y no volver a hacerlo.
De esta forma, el resultado del juicio que tuvo lugar en la Chancillería el 30 de abril de 1827 dice que se anula el resultado del primer juicio celebrado en Pozo Alcón el 13 de febrero. Que el joven tiene que ser liberado, aunque se tiene que apuntar en su expediente que efectivamente había hecho algo malo y se le informó de ello. (Apunto aquí que los hechos se habían producido en noviembre de 1826 y, desde entonces, hasta la absolución a finales de abril de 1827, el niño había estado encarcelado aquí). Y finaliza la sentencia diciendo que el señor Vicente tenía que pagar las costas de ambos juicios y se le dice que tiene que ser más responsable con sus trabajadores. Más aún, que si hacen algo malo, tiene que decírselo e intentar llevarlos por el camino correcto, porque para eso es el señor de la casa y tiene la obligación de hacerlo así”.
Como hemos visto, en este curioso juicio, se produce un enfrentamiento entre dos concepciones de la sociedad y de la Justicia que en esta época ya se había iniciado en España: la lucha entre una concepción liberal, más moderna e incluso progresista, y otra más tradicional y conservadora, anclada en el pasado. Los múltiples efectos de esta continua confrontación, en lo afecta a estas tierras, los veremos en futuros artículos.
José Manuel Leal
Muy buena justícia
Muy bonita la historia,lo que menos me ha gustado fue la tardanza de la revisión del juicio un año después,por lo que el niño tuvo que pasar un año en la cárcel ,por lo demás muy interesante saber historias del pueblo
Por avaro y negrero le está bien empleado al rico.👍🇪🇸☃️.