29 de noviembre de 2023

Pozo Alcón: La Historia y sus gentes. XXXIII

LA REPÚBLICA: SOCIEDAD Y CULTURA (I)

Por José Manuel Leal

La República se había proclamado e inmediatamente se enfrentaron las distintas posturas: desde los que todavía defendían la monarquía, hasta los que pretendían una República socialista o un comunismo libertario; desde los que aspiraban a una República liberal y los que, muy pronto, se entregaron a ideas de corte fascista a la manera de Italia; desde los que apostaban por una República única y centralista, a los que querían una República federal o, como en el caso de Cataluña, la proclamación de su independencia. Y todo esto acompañado además por cuestiones relacionadas con la religión o el nuevo papel de la mujer y, por tanto, de la familia, o con el modelo de educación y la reforma agraria, etc. componían un cóctel demasiado explosivo que finalmente desembocó en una nueva guerra civil.

En aquellos tiempos de los años 30, Pozo Alcón continuaba su lento y progresivo desarrollo.  La población había aumentado significativamente, pasando de los 3900 habitantes  a principios de siglo hasta los 6300 reales, aunque las cifras oficiales sean algo inferiores, en esta década, es decir, un aumento de más de un tercio de la población. También aumentaron los cultivos con la red de canales que, aunque muy deficientes, constituyen la palanca del cambio en Pozo Alcón. De esta forma, nos encontramos que de las 13350 hectáreas y 83 centiáreas (138,61 km2), de que consta el término, dos terceras partes estaban dedicadas al cultivo con la siguiente distribución aproximada: olivar de riego, 700 hectáreas; olivar de secano, 300 hectáreas; cereales y leguminosas de regadío, 1500; cereales y leguminosas de secano, 6500; y el resto de 4350 hectáreas eran eriales, pastos y monte bajo. Estas tierras cultivadas producían, entre otros productos, alrededor de 55000 arrobas de aceite y, sobre todo, remolacha, cereales y las célebres habichuelas de Pozo Alcón.

Para el estudio de esta época en su vertiente socioeconómica y cultural, vamos a utilizar como base un artículo de Óscar Bustos García, quien había sido secretario del Ayuntamiento y juez municipal, primero, y destacado falangista y militar franquista, después. El artículo fue publicado por el cronista de Cazorla Lorenzo Polaino Ortega en un libro titulado “El adelantado de Cazorla” y que podemos leer completo en el libro de Manuel Moreno, “Pozo Alcón: Historia Ilustrada de un pueblo (págs.337 a 340).

De esta manera describía Óscar Bustos la situación sociopolítica del momento:

“Bajo el punto de vista social, Pozo Alcón fue y es quizá el pueblo más tranquilo de España y sin duda alguna de su provincia, no ya en los tiempos pasados, sino en los actuales en que la intranquilidad y discordia son habituales, aun en el más pequeño de los caseríos. En él no hicieron mella las predicaciones avanzadas, ni prendió en ningún momento la llama del desorden. Se debió esto, sin duda, no sólo al espíritu trabajador y tradicionalista de este pueblo, sino más bien a lo dividido de su propiedad, ya que no existe el gran propietario y son muy pocos los que carecen de propiedad. Baste decir que de sus 1400 vecinos, 1300 son propietarios y sólo 150 verdaderos braceros. Por otro lado, no existe ni se ve en Pozo Alcón el típico señorito del pueblo andaluz, desocupado y desaprensivo, que con su vagancia excita el odio de las clases menesterosas; ni tampoco el obrero vago y alarmista que busca, más que su bienestar y sus justas reivindicaciones de clase, la destrucción de un orden de cosas, sin que en ningún momento se pare a pensar en sus consecuencias”.

Esa era la opinión particular de Óscar Bustos que, si bien pudiera acercarse en parte a la situación social y realidad del momento, no obstante, también pecaba de la parcialidad característica de la clase pudiente y dirigente a la que pertenecía. La realidad, sin embargo, era bien distinta: el paro agrícola afectaba a muchos más trabajadores, la pobreza estaba muy extendida y “las leyes sociales”, como ya señalábamos, apenas si se cumplían por la autoridad local. Veamos como ejemplo el caso del Fontanar.

En el Fontanar, tradicionalmente, cinco grandes propietarios y sus herederos (los hermanos José y Santiago Iruela Quiñones, Ramón Martínez, José León Quiñones y Remigio Rodríguez) poseían la absoluta mayoría de las tierras. Ellos eran los dueños de todos los olivares, cereales y frutales del lugar, según podemos ver en el siguiente croquis de las obras para el Canal de una central eléctrica, Nuestra Señora de los Dolores, que pertenecía a Francisco Antiñolo Leyva.

El resto de vecinos, unos 500 incluidas las Cuevecillas, malvivían en cuevas y diminutos cortijos de adobe dedicados al pastoreo de cabras y como braceros. Los menos, como el caso del alcalde pedáneo, Reyes Gámez, tratante de ganado (más bien de bestias), se dedicaban a otras actividades comerciales. De esta forma recordaba su niñez, aunque habían pasado algunos años, el torero nacido en el Fontanar José Sáez, conocido por el nombre artístico de “El Otro” por su gran parecido con el célebre torero de los años 60, Manuel Benítez, el Cordobés:

“Éramos como los hombres de las cavernas, de la era del hielo o del neolítico, sólo que no teníamos la mata de pelambre que los cubría a ellos, protegiéndoles del frío y de la lluvia, del desprecio, si es que entonces existía eso, porque cuando yo era niño sí que existía y hoy en día aún existe (…). Cada día muy de mañana yo me iba con las cabras por el campo y la vida me parecía buena, siempre que no me cruzara con alguno de los señoritos. Por eso me gustaba irme por ahí con los animales o con los otros mozos, para perderlos de vista, aunque en mi pueblo no es que hubiera muchos, pero sí los suficientes para que nos pareciera una verdadera peste”.

El siguiente aspecto del que nos vamos a ocupar es el de la enseñanza, y para ello volvemos a partir del artículo de Óscar Bustos ya citado cuando escribe:

“Bajo su aspecto cultural, es uno de los pueblos de mayor porcentaje de analfabetos. Hoy tenemos la suerte de que sus escuelas estén regidas por jóvenes y cultos maestros, que son la esperanza de que vaya desapareciendo el analfabetismo, debido hasta aquí al falso prejuicio de los padres que creían les darían sus hijos más provecho consagrándolos a la tierra desde la infancia que frecuentando los centros de enseñanza”.

Y, efectivamente, en ese momento de 1935 e incluso un par de años antes, habían coincidido aquí varios maestros y maestras de excelente formación académica y de los que nos ocuparemos a continuación. Pero antes, nos detendremos en los edificios como tales. En esa época existían 6 escuelas, tres de niños, dos de niñas y una mixta, y otra mixta en el Fontanar. El aspecto general de todas ellas era deplorable: edificios viejos y sucios, fríos y abandonados. Por todo esto, el Ayuntamiento en agosto de 1934, bajo la presidencia ya de Lucas Martínez Cerrillo del Partido Radical, decidió darles al menos un repaso general. Estas escuelas eran:

  • Escuelas de niños Nº 1 y 3, en la calle del Santo.
  • Escuela de Dª María de Ubalde, en la calle del Pósito.
  • Escuela de D. Antonio Chavarino, en la calle del Pósito.
  • Escuela de niñas en la calle Don Manuel.
  • Escuela de niños y niñas en casa de Juan Moreno.
  • Escuela mixta del Fontanar.

En cuanto a los maestros, podemos citar a Nicolás Guzmán García, Antonio Díaz Carmona o María Ubalde Gil, estos dos últimos con gran protagonismo también después de la guerra, pero nos vamos a detener un poco más en el matrimonio formado por José Quero Delgado, llegado en 1925, y Carmen González Oltra, que había llegado en 1930. Aquí estuvieron hasta 1934 y aquí nació su hijo, el reconocido pintor José Quero González, en 1932, como podemos observar en su partida de nacimiento:

Tenemos que destacar también a otros dos maestros, que además tendrán un gran protagonismo posterior. Se trata de Antonio Chavarino Gómez y Joaquín Tirado Jordán, que llegó al Fontanar en 1934. Ambos eran jóvenes y cultos, conferenciantes y articulistas de periódicos antes de llegar desde Granada y Córdoba respectivamente. Y ambos, de derechas. Antonio Chavarino, que había estudiado y había sido maestro en las Escuelas del Ave María, debió conocer allí a otros dos maestros de Pozo Alcón: Francisco Hortal y Fidel Carmona, asesinado más tarde por milicianos en Montoro (Córdoba). Desde muy joven se identificó Chavarino con los ideales tradicionalistas y carlistas, y formó parte de Renovación Española. Para la redacción de la Causa General –investigación y acusaciones de los franquistas a los republicanos vencidos-, en los años 40, se dice expresamente que en la investigación sobre la educación en el periodo de la guerra se tome declaración al “maestro más de derechas delpueblo”, y ese maestro era Chavarino.

Antonio Chavarino y alumnos . 1941

En cuanto a Joaquín Tirado Jordán, de claras ideas falangistas y quien sólo estuvo un año en el Fontanar, resultará que tendrá un gran protagonismo político después de la guerra. En 1940, llegó a Pozo Alcón como alcalde delegado encargado de la confección de la primera parte de la Causa General antes mencionada. Resulta así que el Fontanar, que contó con su propio Comité del Frente Popular, se convierte en el gran protagonista por un doble motivo: desde el Fontanar llegaron los primeros milicianos que se hicieron con el poder el 23 de julio de 1936, y en el Fontanar fue maestro quien se encargó de la represión posterior.

José Manuel Leal

3 comentario en “Pozo Alcón: La Historia y sus gentes. XXXIII

  1. ¿Porque con tan relevantes docentes no hay una sola calle o escuela con el nombre de alguno de esos insignes personajes?.
    Escuelas de arriba, escuelas de abajo e instituto, así llanamente se conocen los centros docentes de la población.
    Eso sí, que yo sepa hay una calle denominada «calle Escuelas»

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