20 de abril de 2024

Pozo Alcón: La Historia y sus gentes. XL

Foto: Sello que se emitió por los niños refugiados

LA VIDA COTIDIANA DURANTE LA GUERRA (II)

En enero de 1937, en plena guerra, empiezan a llegar los niños evacuados de Madrid, totalmente rodeada y bombardeada por las tropas franquistas.(Para saber más, pinche aquí). https://loquepasaenpozoalcon.es/pozo-alcon-la-historia-y-sus-gentes-por-jose-manuel-leal/.Esta llegada debió de producir un gran impacto social en el pueblo y, sin duda, una fuerte impresión para aquellos chiquillos alejados de sus familias y que, desde la gran capital, terminaban en un pequeño pueblo rural, aislado y atrasado. Además, hemos de tener en cuenta que las familias de acogida no eran precisamente las más acomodadas del pueblo con casas de aceptable habitabilidad, sino que fueron las familias pobres, las de izquierdas, muchas de las cuales incluso vivían todavía en cuevas. Sabemos que Pozo Alcón se ofreció para albergar a 200 niños y que 80 de ellos llegaron en una primera evacuación, aunque siguieron llegando más en meses posteriores. Esto lo confirmamos porque, en febrero de aquel año, el Comité de Auxilio del Niño seguía ofreciendo plazas para continuar la evacuación con destinos a la retaguardia y, entre ellos, vuelve a aparecer Pozo Alcón. Fueran definitivamente los que fueren, lo que sí es seguro es que todos ellos, de entre  6 y 16 años, tenían que ir a la escuela.   

 Vamos a ocuparnos en este artículo de dos aspectos importantes de la vida cotidiana durante la guerra: el primero de ellos es la situación de la enseñanza, según la visión del maestro Chavarino; el segundo, que formularemos como hipótesis de trabajo, tiene que ver con algunas actuaciones de los gitanos de Pozo Alcón que, creemos, mayoritariamente se afiliaron al Partido Comunista. He aquí el informe que para la Causa General realizó en 1941 “el maestro más de derechas del pueblo”.  

Pero antes de analizar con detalle este documento, nos detendremos en los maestros oficiales que, al inicio de la guerra, ocupaban plaza en Pozo Alcón. En el Portal de Archivos Españoles (PARES) aparecen los siguientes maestros en Pozo Alcón, todos los cuales habían pasado el proceso de depuración por sus actuaciones durante la guerra. Todos eran de derechas y todos continuaron en el magisterio. Los maestros eran: Antonio Chavarino Gómez, Luisa Chillon Redón, Antonio Díaz Carmona, Francisco Molina Álvarez, Leonardo Pérez Rueda y María Ubalde Gil.

Volvamos al informe de Chavarino. Una vez más –y en esto coinciden todos los informes, como ya hemos visto, de la Causa General- constatamos, en primer lugar, la relativa calma y escasa violencia con que se desarrolló la guerra en Pozo Alcón: “En general, no hubo excesos y radicalismos porque la revolución se desarrolló suavemente en esta población…”

Continuando la lectura, observamos cómo Chavarino se jacta de no haber cumplido (“¡No se hizo!”) las órdenes para que en las clases nocturnas de adultos se comentaran los partes oficiales de guerra o para que también se resaltara “la lucha del pueblo contra el fascismo”.   Resulta algo inverosímil el que no se comentaran los partes de guerra o no se incidiera en la escuela de adultos en la lucha entre el proletariado y el fascismo, y más bien parece una justificación o un encubrimiento posterior de su propia actuación y de la de los restantes maestros oficiales en aquel periodo de guerra.

Viene a continuación otra consideración sobre el estado de la Primera Enseñanza que tiene que ver con la coeducación. Según el informe, se ordenó implantar la educación conjunta, pero dice que fueron las chicas (“el sexo femenino”) las que se opusieron a ir juntas con chicos (“que no quiso asistir con varones”). Esto en las clases nocturnas de mayores; y en cuanto a las clases diurnas, nos encontramos primero con el nombre del alcalde en aquel momento, que era Moreno Galeote, y nuevamente resultó que los padres de las niñas se opusieron a la medida que, definitivamente, “no tuvo implantación”. Viene después otras consideraciones como, por ejemplo, que todos los maestros fueron incorporados a la Federación Española de Trabajadores dela Enseñanza (FETE), de ideología socialista, o que se prohibió cualquier enseñanza religiosa. Resulta curioso en cuanto a esta incorporación de todos los maestros a la FETE, porque casualmente en el expediente de depuración de Chavarino figura en las observaciones la aparición del carnet de este sindicato. Está claro que los demás maestros lo habían hecho desaparecer, porque esta observación no se constata en sus respectivos expedientes.

 El punto 5 del informe es algo confuso y necesita una explicación. Dice así: “se celebraron actos públicos con intervención y directa participación de la Escuela: pro “Consomol” y el “Jaime”; y se hicieron inscripciones a tal fin”.  En éste aparecen el nombre de dos buques: uno soviético, el “Consomol” (Komsomol), que era un gran mercante que había abastecido anteriormente a la zona republicana hasta su hundimiento en 1936 por la flota franquista, en concreto un submarino italiano. El Partido Comunista de España inició entonces una campaña económica “Pro-Komsomol” para construir otro barco igual; el otro que aparece es un buque de guerra el “Jaime I”, que se hundió tras una explosión interna en Cartagena en 1937.También se hizo una colecta a nivel nacional para socorrer a las víctimas de esta explosión que, en gran número, eran operarios de los astilleros que trabajaban en la reparación del buque. En definitiva, lo que Chavarino hace es acusar a las autoridades locales de utilizar las escuelas para estos fines, cuando es muy lógico que en tiempos de guerra así se hiciera.

El punto 6 es, como veremos, deliberadamente engañoso. Dice así: “Con pretexto de suplir a Maestros movilizados, se autorizó a regentar Escuelas nacionales a personas ajenas a la profesión y sin titulo”. Pero nosotros sabemos que esto realmente no fue así. Por una parte, los 6 maestros que estaban al inicio de la guerra permanecieron en sus puestos y ninguno de los 4 hombres fueron movilizados. Por otra, Chavarino parece olvidar la llegada del numeroso grupo de niños proveniente de Madrid. Esta debió ser la causa de tener que buscar personas cultas que pudieran enseñar. Es evidente que Chavarino oculta este hecho porque hacerlo público sería reconocer algo positivo, un rasgo de bondad, en el “periodo rojo”, y eso era ideológicamente inaceptable para los vencedores.

El informe de Chavarino continúa y nos aporta otros datos de gran interés. Se constata la presencia en el pueblo, por si alguna duda pudiéramos tener, de los Guardias de Asalto, quienes calificaron “las Escuelas locales de religiosas”, y, según el maestro, les obligaron a cantar La Internacional y el Himno de Riego a partir de entonces. Algo más adelante se denuncia el caso de una maestra que mandó a una niña -a saber de qué forma y  manera lo hizo- con parásitos en el peloa peinarse y despiojarse, y el Comité del Frente Popular la llamó para advertirle severamente “que en adelante era menester mirar más a la pobreza”. Como vemos, y hemos visto ya en distintas ocasiones, muchos de los casos de represión que aparecen en la Causa General resultan ciertamente insustanciales, teniendo en cuenta las circunstancias de guerra. Y finaliza el informe con otras dos noticias también muy interesantes. En primer lugar, que se dio prioridad en la admisión en la escuela a “alumnos de clase pobre” por delante de los “hijos de los fascistas”. Y una última queja, según la cual en las clases nocturnas se dieron casos de indisciplina y de incorrección porque algunos alumnos trataban de “compañero” a los maestros o de fumar en clase y, sobre todo, de hacer ostentación de llevar pistola. Sin duda, se trataría, en mi opinión,de los mayores de aquellos niños que habían venido de Madrid, varios de los cuales marcharon a los distintos frentes de guerra junto a centenares de jóvenes poceños.

Cambiamos ahora de tema, para centrarnos en el segundo de los aspectos de la vida cotidiana que señalábamos al principio. Existe una tradición oral, sobre todo en la memoria de poceños de etnia gitana, según la cual al principio de la guerra una o varias familias gitanas de ideología comunista ocultaron al párroco en sus hogares hasta que fue localizado por los milicianos. Era éste Andrés García Asenjo, quien después de la guerra visitó alguna vez Pozo Alcón como recoge el cronista MAQ en el periódico Ideal de 15 de julio de 1947: “Procedente de Jaén ha pasado unas horas en Pozo Alcón el canónico penitenciario de la S.I. Catedral, don Andrés García Asenjo. El señor García Asenjo fue párroco de este pueblo en la época agitada del frentepopulismo, sorprendiéndole aquí el dominio marxista, durante el cual sufrió encarcelamiento, amenazas y vejaciones. En aquella etapa, el señor García Asenjo encalleció sus manos en el trabajo de espartería, a fin de subvenir modestamente a sus propias necesidades y las de sus padres, que vivían con él. Durante su rápida visita, el señor García Asenjo ha recibido visitas y saludos de las personas que supieron su llegada”.

Resulta muy curioso en esta noticia que no haya ninguna alusión a autoridades o al mismo clero, sino sólo “de las personas que supieron su llegada”. Pues bien, repetidas veces hemos oído a Francisco García (Patitis”) contar la alegría y el cariño que les mostraba el sacerdote cuando venía al Pozo y cómo repartía caramelos y chucherías entre los gitanillos del barrio. Dicho esto, rescatamos la siguiente noticia aparecida en el diario falangista “Patria” en plena guerra civil….. El periodista, falangista con claras dotes literarias, visita un campo de prisioneros, en concreto de prisioneros que habían caído en manos de los “nacionales”, en la línea del frente granadino Tózar-Limones:

Si nos fijamos en la cabecera del reportaje, ya podemos constatar la amplia cobertura que el diario le da: un titular (“PRISIONEROS”); con un antetítulo (“VISIÓN DEL “EJÉRCITO POPULAR”); y un postítulo (“Dos Comisarios Políticos rojos hablan a nuestros lectores”).

Uno de estos Comisarios prisioneros en aquel campo era de Pozo Alcón y cuenta una curiosa historia que creo tiene que ver con la tradición oral que aquí se mantiene. Hemos de hacer constar, en primer lugar, que en ningún momento el periodista dice que este Comisario fuera gitano porque, al igual que en el caso de Chavarino con los niños de la guerra, presentar a un gitano de la zona republicana que sabía leer y escribir, hubiera sido inaceptable para la censura militar. Sin embargo, fijémonos en su descripción: “Uno de los Comisarios habría servido para inspirar al Greco. Hay en su rostro no sé qué de extraño que se escapa cuando se cree precisar: ¿la barba terminando en punta?¿los ojos, profundos, que parecen querer hablar y quedan siempre silenciosos?¿esos largos mechones de cabellos negros?…”

Y ahora veamos la historia que cuenta cuando dice: ”Yo he andado y huido por esas sierras. Soy de Pozo Alcón y en mi casa halló refugio el cura del pueblo. Los obreros me querían y evité toda clase de crímenes. Pero un día llegó la gente de afuera y al descubrirse que yo había escondido al sacerdote, tuve que huir, dejando a mi mujer en la cárcel. Después me presenté en Cazorla y quedé detenido. Al recoger mi quinta, fui miliciano de la Cultura y trabajé intensamente para combatir el analfabetismo que existe en el ejército rojo. Por saber leer y escribir, me nombraron Comisario Político de mi compañía, por enfermedad del anterior”.

 Aunque el texto original se lee con gran dificultad, continúa el miliciano denostando a los mandos militares republicanos y a la falta de moral e indisciplina en el ejército, para concluir afirmando que, en realidad, él se había entregado y lo único que quería es que lo cogieran prisionero solados españoles y no extranjeros (“no gentes que hablasen otra lengua”), refiriéndose lógicamente a italianos y  alemanes.

 Visto todo esto, podríamos hacernos una pregunta: ¿Es posible que sea una casualidad esta coincidencia entre la tradición local oral y lo que dice el miliciano Comisario prisionero?. No lo parece por la coincidencia de detalles y más bien podríamos inclinarnos a pensar que, efectivamente, el Comisario que aparece en el reportaje es el mismo gitano que escondió al cura en su casa, sin que hasta ahora sepamos exactamente su identidad. En cualquier caso, y ya para concluir, tanto la acogida de niños refugiados de Madrid como la protección que los gitanos dieron al párroco de Pozo Alcón son dos claros ejemplos de solidaridad y convivencia en tiempos de guerra.

José Manuel Leal

NOTA: Con este artículo y ante las próximas festividades navideñas, haremos una breve pausa hasta después de Reyes. ¡FELICES FIESTAS!

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